Violencia digital contra mujeres: cifras alarmantes que no podemos ignorar

Violencia digital contra mujeres cifras alarmantes que no podemos ignorar

Una forma de violencia: la que ocurre tras una pantalla. Y aunque no siempre deja marcas visibles, sus heridas pueden ser profundas. El ciberacoso —que incluye desde mensajes ofensivos hasta suplantación de identidad y envío de contenido explícito sin consentimiento— se ha convertido en una amenaza cotidiana para millones de usuarias de internet.

Solo en 2024, se estima que más de 18 millones de personas han sufrido algún tipo de agresión digital, y las mujeres siguen siendo las más vulnerables. Esta realidad no conoce fronteras. Ocurre en Latinoamérica, en Europa, en comunidades cristianas y fuera de ellas.

Detrás de estas cifras hay rostros, hay historias. Tal vez incluso la tuya. Si alguna vez has recibido un mensaje que te hizo sentir insegura, si has tenido que callar, bloquear o desaparecer de redes por miedo… no estás sola.

La violencia digital no es menor. Y como comunidad, como iglesia y como sociedad, necesitamos visibilizarla, hablarla y —sobre todo— acompañar a quienes la viven. Porque sanar también es posible, incluso cuando el daño parece invisible.

Durante 2024, más de 18.9 millones de personas en México fueron víctimas de algún tipo de violencia digital, según los datos más recientes. Esta cifra representa que 2 de cada 10 personas que usan internet han sufrido alguna forma de agresión en línea, desde mensajes ofensivos, amenazas o suplantación de identidad, hasta la recepción de contenido sexual no solicitado.

Entre ellas, las mujeres continúan siendo más vulnerables. El 22.2% de las usuarias de internet reportaron haber sido víctimas de ciberacoso, un ligero aumento respecto al año anterior, cuando la cifra era de 22%. Aunque la brecha de género es estrecha, el tipo de violencia que enfrentan las mujeres es distinta, más invasiva y con consecuencias emocionales más profundas.

Ciberacoso: una forma de violencia que pasa desapercibida

En la mayoría de los casos, la agresión no es visible. No deja marcas físicas, pero sí afecta la autoestima, la salud emocional y la sensación de seguridad digital de muchas mujeres. Entre las formas más frecuentes están:

  • Envío de imágenes sexuales sin consentimiento
  • Suplantación de identidad
  • Comentarios ofensivos por apariencia, género o religión
  • Amenazas de daño físico o sexual
  • Acoso persistente a través de múltiples plataformas

Este tipo de violencia puede disuadir a las mujeres de participar libremente en redes sociales, levantar la voz o ejercer liderazgo en entornos digitales. En otras palabras: el ciberacoso limita la libertad.

¿Por qué nos debería importar como comunidad?

Porque como sociedad –y especialmente como comunidad de fe– no podemos minimizar la violencia solo porque ocurre detrás de una pantalla. La Biblia nos llama a “hacer justicia y amar la misericordia” (Miqueas 6:8). Y eso también implica defender el derecho de cada mujer a habitar internet sin miedo.

Las mujeres están llamadas a ser luz, también en el mundo digital. Y esa luz no puede ser apagada por el odio, el acoso o la intimidación. Por eso es urgente hablar de este tema y crear entornos digitales más seguros, empáticos y justos.

Si tú estás pasando por esto…

Primero que todo: esto no es tu culpa. No estás sola y no tienes que callar. Si estás siendo acosada digitalmente, recuerda que:

  • Tu dolor es válido.
  • Tienes derecho a decir no, a bloquear, a denunciar y a protegerte.
  • Habla con alguien de confianza. Ya sea un amigo, líder espiritual o incluso ayuda profesional.

“El Señor está cerca de los quebrantados de corazón; rescata a los de espíritu destrozado.”
— Salmos 34:18 (NTV)

Busca apoyo. La vergüenza no te pertenece, pero la sanidad sí. Dios no minimiza tu sufrimiento. Él ve, Él escucha, y Él también puede usar esta lucha para levantarte con fuerza y dignidad.

¿Qué podemos hacer como comunidad femenina?

  • Educar sobre violencia digital: reconocer las señales es el primer paso para prevenir.
  • No normalizar ni justificar ningún tipo de acoso: una broma ofensiva también es violencia.
  • Apoyar a quien lo vive: acompañar, validar y denunciar si es necesario.
  • Cuidar nuestra presencia digital: proteger datos, revisar privacidad y ser conscientes de lo que compartimos.

Reflexión final

La violencia no es parte del diseño de Dios para ti. Tu voz, tu presencia y tu bienestar también importan en el mundo digital. Si has sido víctima de ciberacoso, busca apoyo, habla, denuncia si es necesario, y recuerda: no estás sola y no tienes que soportarlo en silencio.

“Bendito sea el Señor, nuestro Dios y Salvador, que día tras día sobrelleva nuestras cargas.”
— Salmos 68:19 (NVI)

Fuente de la nota: El Economista

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