Infinidades de veces me han preguntado: ¿Y para cuando el novio? ¿Aún no te has comprometido? (A esto le puedes sumar todas las frases abrumadoras que te puedes imaginar) Entre una de ellas: Ya tienes 30 y tanto… Nunca falta quien te recuerde la edad. Hasta que comencé a responder: ¡Estoy soltera pero apartada! Suena extraño y un tanto confuso. Pero se debe a una palabra “promesa” muy puntual que Dios hizo a mi vida, en la cual espero y me mantengo.
Veras, esperar no es de las cosas que nos parezca más agradable. De hecho es de las más difíciles, donde nuestra paciencia o se fortalece o se viene abajo. Al punto de querer renunciar y dejarlo todo. Pues se nos hace más fácil equivocarnos, que aprender a esperar. En mi experiencia personal puedo decirte que realmente no ha sido fácil. Pues ha sido todo un proceso.
Desde entonces, no han pasado dos días, han sido muchos, incluso meses y de hecho ya un par de años. Tiempo suficiente como para haberme rendido en el camino. Pero a pesar de eso, mi fe que se ha fortalecido con el pasar del tiempo. Por eso, a ti qué tal vez también, aún sigues soltera quiero contarte parte de mi historia y darte las estrategias que me han ayudado a mantenerme en éste tiempo de espera.
¿Soltera? Ocúpate – Enfócate – Vive
Esto lo descubrí o aprendí luego de que también un amigo me preguntara lo siguiente: ¿Cómo haces para estar sola y no aburrirte? La pregunta se debía a que él estaba soltero también y no sabia como hacerle porque en su caso la razón de estar aburrido se debía a la condición de estar soltero. Entonces pensé y respondí lo siguiente: ¡No tengo tiempo para aburrirme!… Y es así, siempre tengo algo que hacer.
Fue entonces cuando supe que el estar ocupada en tantas cosas, enfocada en mi trabajo, proyectos, iglesia, y realmente estar viviendo mi vida, me hizo entender que la vida no se detiene, ni la determina un estado civil.
Mantenerte así, tan concentrada en tus cosas, hará que ni cuenta te des del tiempo que llevas sola. Se pasa mucho más rápido y no lo verás como una trágica larga espera.
Comienza a ocuparte en ti, a enfocarte en nuevas actividades y a vivir tu vida de la mejor manera. ¡No te detengas!
Acalla tu alma en Dios
Creo que todas las solteras hemos leído “Dama en espera” de Debby Jones y Jackie Kendall. Si no lo has hecho pues no demores más en hacerlo. Es un libro extraordinario y de mis favoritos. Una de las cosas que me marcaron de el, fue un testimonio de una chica que contaba la autora, el cual tomé como referencia y lo hice parte de mí.
Esta joven contaba que cuando sus sentimientos y emociones querían salir a flote y salirse del caudal, ella elevaba una oración a Dios y decía: En Jehova está acallada mi alma. Era como una especie de «poner en calma» ese volcán de deseos que por momentos quieren desbordarse.
Eso comencé a hacer cuando me sentía así. Tome muy personal ese verso de la Biblia (Salmos 62:1) y lo repetía varias veces cuando me sentía así. A esto le agregaba una oración, y le entregaba a Dios mi corazón pidiéndole que tomará control de el y me ayudara, (y todo aquello que se me podía ocurrir en ese momento). A mí me funcionó y aún me sigue resultando.
Cuando te sientas así, que no puedes soportar más la espera, que tus deseos se acrecientan, invoca el nombre de Dios sin importar dónde estés y acalla en Él tu alma. Dile todo lo que sientes sin temor a nada y deja que el renuevo de Su paz y amor, te llenen y te fortalezcan.
No negocies tu bendición por un plato de lentejas
¿Conoces la historia de los hermanitos Esau y Jacob, donde Esau vende su primogenitura (bendición que se le daba al hijo mayor) a Jacob por un plato de lentejas? Pues si no lo has leído antes, te invito a que lo hagas en Génesis 25:27-34 para que así entiendas mucho mejor este contexto.
En resumen, el caso es que Jacob se aprovechó de la necesidad de su hermano Esau en ese momento, que era hambre y le negoció un plato de comida a cambio de su primogenitura. Esau no miro más allá, ni se detuvo a pensar, si no que aceptó la propuesta menospreciando lo que estaría perdiendo, solo por complacer su deseo de comer.
Así como Dios, su oponente, también conoce nuestros anhelos y deseos y siempre buscará distraernos de la bendición de Dios, con cualquier «plato de lentejas» (llámese momento de placer, ganas de salir con unos cuantos chicos, tener citas a solas, etc.) con el único propósito de que no obtengamos, ni recibamos la bendición que Dios tiene preparada para cada una de nosotras Sus hijas amadas.
Cuando esto me ocurre, que aparece por allí un «Jacob» ofreciéndome algo que ante la vista es gustoso, atractivo y placentero, pero que no es más que algo momentáneo y pasajero. Pienso siempre en la bendición que Dios tiene para mí, que estoy segura es más que eso y que cualquier cosa. Es entonces cuando me detengo y me digo a mí misma y al adversario: «Tu a mí no me vas a engañar con un simple plato de lentejas, tú no me vas a robar mi bendición, que por tanto tiempo y con tanto sacrificio me ha costado esperar». ¡Porque si, ciertamente cuesta y mucho!
Imagínense todo el esfuerzo y lo que esto significa, para dañarlo todo en un momento. ¡Pues no! Más vale seguir esperando a que perderlo todo.
En esto hay una clave que te puede ayudar tanto como a mí, y es tener claro lo que quieres para tu vida y tener presente los errores o desaciertos que en un pasado cometiste. Eso te permitirá tener el panorama más amplio de lo que no quieres volver a pasar (pues no querrás cometer los mismos errores que no te trajeron buenos resultados) y de lo que si quisieras vivir (la visión de lo que quieres alcanzar).
Dios tiene lo mejor para ti y para mí, que va mucho más allá de lo vano, de lo temporal, más que simples momentos de placer. Él quiere darnos estabilidad, lo que perduré, lo que no se envanece. Tu bendición no es negociable. ¡No te dejes engañar!
Tener plena consciencia de esto, me ha llevado a limitarme a salir con cualquier chico y la decisión más radical que fue proponerme en mi corazón que la próxima persona con que lo haría, es porque será con la que me voy a casar. Es decir le dije un NO a las relaciones sin propósito.
Y repito, no es fácil. En especial es cuando una de las cosas que más anhelas es sentirte amada por un hombre, De ninguna manera lo es, pero cada día tomo la decisión de morir a mis deseos y negarme a mí misma. Una decisión que requiere de mucha valentía, firmeza y determinación. Pero algo evidente hay en todo esto y es que sin Su Espíritu Santo nada de esto pudiese lograr. ¡En Él y con Él todo lo podemos!
Comencé hablando de una promesa que Dios hizo a mi vida y terminó con esto. Ciertamente es mi mayor motivación de espera. Pero quiero decirte que si Dios también te ha hecho esperar es para entregarte y bendecirte con lo mejor. En Él no hay tiempo perdido, hay tiempo invertido.
Tú también has sido apartada.