Mi paso por el concurso «Miss Yo Misma»

“No soy perfecto pero sé quién soy.” Citaba un periódico local a un ex-congresista demócrata en la capital estadounidense en una entrevista que se le realizara. En realidad no me preguntes nada más de la entrevista, esa frase me hizo reflexionar sobre esa perenne percepción que tenemos las mujeres acerca de una vida llena de éxito, figura perfecta, carro del año, esposo modelo, y hasta ¡el perro! En fin, un eterno concurso. De inmediato me senté a escribir.

Y aquí, imagino la escena…

Salir todos los días en una pasarela frente a tu casa con un cartelito enganchao´ en el cuello y un jurado al frente que se encargará de calificar tu paso por la vida. Fuerte ¿no? Sin embargo, en lo personal he podido demostrarme que nada de eso es verdad y que tus defectos, así como los míos, están estratégicamente colocados por nuestro creador para ayudarnos a ser quienes somos.

Dios me ha enseñado que parte de nuestra naturaleza es ser imperfectas… ¡Sí! No es que él sabe quiénes somos porque reconoce nuestros defectos, sino porque desde antes de nacer, ya conocía de tu existencia. «Y hasta los cabellos de la cabeza de ustedes están todos contados” (Mateo 10:30)

Tú no eres una etiqueta que lleva sobre sí, la marca de lo que otros piensan y dicen que eres. El problema con creer que eres tus defectos o virtudes es que, sin darte cuenta, comenzarás a vivir de acuerdo a la etiqueta que te han puesto para cumplir con la expectativa de lo que se dice de ti. Y cuando haces esto, dejas de ser tú para ser lo que otros dicen que eres.

Por irónico que parezca, todo esto lo aprendí tras una dura lección… Un repentino; pero abrupto cambio laboral que dejó haciéndome muchas preguntas… ¿Qué pasó? ¿Fue mi culpa? E imaginariamente vi el juez (de Nuevo) mirándome con cara de acusador colocando la baja puntuación en su cartelito…pero a diferencia; me reí. Fui entendiendo que Dios no me hizo con ese fin y propósito.

Me burle de mis imperfecciones. Me prohibí tajantemente no aceptar comentarios despectivos o denigrantes a causa de mis errores o defectos. En este caso, cada vez que alguien trataba de afirmar o sugerir de alguna manera que debía sentirme mal o avergonzarme por mis errores, no se lo permitía.

Vivir para complacer a los demás es un trabajo demasiado pesado. Quizás para muchas desgarrador emocionalmente. La perfección es una mentira que se nos inserta en las emociones, así como un virus en el disco duro de las computadoras. Y no sé qué pienses tú, pero ninguna mentira es buena, ni tampoco hace bien.

Intenta cada día ser la mejor versión de ti, y de concentrarte en tus fortalezas. En mi caso no ha sido fácil. (Acá entre nos) Es una tarea diaria el de crecer y desarrollarme en lugar de desperdiciar el tiempo tratando de cambiar algo que jamás podría cambiar. Porque en la medida en que comiences a vivir en tu propia piel, tu propia identidad (defectos incluidos, que conste) entonces, sin darte cuenta, comenzarás a vivir la vida perfectamente ordenada para la cual fuiste creada. Y finalmente será la verdadera mujer que habita en ti. Aquí imagino a Dios con una sonrisa; y yo riéndome del Juez y mandándolo ¡pal’ Zipote!

Escrito por Melina Garrido

Melina es venezolana y periodista.

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