Del 8 al 25 de marzo de 1957 un grupo de mujeres revolucionaron la historia para siempre. Muchas de ellas pensaron que recorrían las calles de Nueva York por mejores condiciones de salario, pero hicieron mucho más que eso; demostraron que como mujeres tenemos un rol activo en las decisiones político- económicas de un país, que somos agentes indispensables en el desarrollo de la sociedad, que merecemos ser remuneradas por nuestros esfuerzos como cualquier otro hombre y que juntas podemos alzar la voz tan fuerte que sería imposible ignorarnos. Ciento cuarenta y seis de esas mujeres murieron cruelmente en un incendio, pero con ellas no murió su legado: ¡Juntas podemos!
Todavía hay muchas batallas que conquistar, tantas como en la cantidad de ámbitos donde nos desenvolvemos (familia, universidad, iglesia, trabajo, finanzas, política…), aún así la más grande batalla que nos toca por librar es con nosotras mismas: ¡No nos limitemos!
Lizzie Velásquez, Malala Yousafzai, Teresa de Calcuta, Rosa Park y otras tantas mujeres son ejemplo de que nuestra mayor limitación no es la que nos pone el sistema, es la que nos ponemos a nosotras mismas. Ellas decidieron vencer el miedo, los prejuicios, las excusas y transformaron sus circunstancias a punta de bondad, valentía, constancia y dedicación. Posiblemente no erradicaron definitivamente la pobreza, la enfermedad, la discriminación o el sistema de educación de su país, pero te aseguro que su ejemplo inspirará a muchos y, tal vez un día, eso por lo que tanto trabajaron será un sueño cumplido no solo para ellas, sino para muchos.
Celebra el día de la mujer, querida, con la convicción de que no eres una molécula más en el aire, que eres un agente de cambio, una mujer con las suficientes cualidades para impactar tu entorno, para brindarle una sonrisa a un niño, para cambiarle el día a alguien. ¡No te limites! ¡Sal tras tu sueño!
Y, sobre todo, siéntete dichosa de ser mujer.
