¿Hambre o sed? cómo la deshidratación te impulsa a comer de más

¿Hambre o sed cómo la deshidratación te impulsa a comer de más

¿Tu cuerpo te pide comida cuando en realidad necesita agua?

Sed vs. hambre: ¿cómo distinguirlas?

La sed y el hambre comparten caminos similares en el cerebro. Según estudios neurológicos, las señales que activan ambas sensaciones provienen de zonas cercanas del hipotálamo, por lo que no es raro que se confundan. Esto puede explicar por qué, a veces, al tomar un vaso de agua desaparece ese “hambre” que parecía urgente.

Una deshidratación leve puede manifestarse con síntomas tan sutiles como fatiga, falta de concentración, piel seca o incluso cambios de humor. El problema es que muchas veces los interpretamos como señales de que necesitamos comer, lo cual puede llevarnos a consumir más calorías de las necesarias, especialmente si recurrimos a snacks azucarados o procesados.

Además, investigaciones han encontrado que existe una relación entre una hidratación deficiente y un mayor índice de masa corporal (IMC). Las personas que no consumen suficiente agua tienden a tener más antojos, menos control del apetito y mayor probabilidad de aumentar de peso.

Trucos prácticos para no confundir el hambre y la sed

La buena noticia es que aprender a identificar si realmente tienes hambre o solo necesitas agua es más sencillo de lo que parece. Aquí te comparto algunos tips que pueden ayudarte:

1. Pausa consciente antes de comer

Cuando sientas hambre fuera de los horarios habituales, haz una pausa. Pregúntate: “¿Hace cuánto comí? ¿Estoy aburrida o estresada? ¿Podría ser sed?” Tomarte un momento para reconectar con tu cuerpo puede ayudarte a identificar la necesidad real.

2. Bebe agua antes de decidir comer

Haz la prueba: toma un vaso grande de agua y espera 10 minutos. Si la sensación de hambre se calma, era sed. Si después de ese tiempo aún tienes hambre, entonces sí, come algo nutritivo.

3. Conoce tus horarios y necesidades reales

Si tu última comida fue hace menos de 3 o 4 horas, lo más probable es que no necesites más alimento. Mantener horarios regulares de comida e hidratación evita confusiones.

4. Haz del agua tu aliada diaria

Lleva contigo una botella reutilizable y crea pequeños hábitos: un vaso al despertar, otro antes de cada comida, y uno más por la tarde. Si no te gusta el sabor del agua sola, puedes agregarle rodajas de limón, pepino o menta para hacerla más atractiva.

5. Observa tu piel, tu energía y tu digestión

La hidratación adecuada no solo regula el apetito, también mejora el aspecto de la piel, favorece la digestión y te mantiene con mejor energía durante el día. No subestimes el poder del agua.

Escúchate con atención

Nuestro cuerpo es sabio, pero a veces necesita que lo escuchemos con más intención. Antes de correr a la despensa, pregúntate si lo que sientes es realmente hambre o si simplemente es una señal de que necesitas hidratarte. Hacer ese pequeño ajuste puede mejorar tu bienestar, tu relación con la comida y hasta tu estado de ánimo.

Pequeños cambios generan grandes resultados. Y a veces, todo comienza con un simple vaso de agua.

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