¡No es lo que tú digas! Cuando las cosas no salen como esperábamos

No, no es ser pájaro de mal aguero, pavosa, negativa o poco cool, pero te vengo a hablar de algo que pasa, y pasa muy seguido: No siempre las cosas salen como esperábamos. De hecho, muchas veces no salen ni siquiera aparentemente bien. No vengo a hablarte de un tema de éxito personal, sino de todo lo contrario, pero lo hago porque es necesario que nos sacudan y nos hablen de lo que quizás no nos guste escuchar, pero que alguien nos tiene que decir por nuestro bien. Así que amiga, entiéndelo, ¡No es lo que tú digas! En realidad las cosas son como Dios dice y cuando Él dice. Él es soberano, punto.

En lo personal, yo siempre he sido una persona impaciente, obstinada, que quiere las cosas ¡ya y a mi manera!, y no digo que haya cambiado del todo este hecho, pero a través de los años, Dios se ha encargado de tratar en mí sobre este tema, y aunque en el instante que escribo estas líneas sé que Dios todavía está tratando conmigo, hoy en día puedo decir que he hecho algunos avances, mis primeros pasitos, por decirlo así. Porque si hay algo que jamás dejaremos de hacer en esta vida, es ser moldeadas y perfeccionadas por un Dios perfecto, amoroso y justo.

Atravesando el desierto con la mirada puesta en Dios:

Hace poco, en medio de una semana en la que emocionalmente me sentía muy mal, Dios habló a mi corazón a través de un devocional en una App que me encanta y les recomiendo, llamada «First 5« (está en inglés). Wendy Pope, la autora del devocional de ese día, tituló la enseñanza de la siguiente manera:

«El tiempo en el desierto no es tan malo del todo»

La enseñanza se remontaba al libro de números, en el cual habían basado los devocionales de todo el mes, todos edificantes, todos maravillosos, pero este en particular llegó a mi corazón. Como algunas sabrán (y si no, te recomiendo que lo leas) el libro de números en la Biblia cuenta mucho de lo que sucedió con el pueblo de Israel después de su salida de Egipto, tierra en donde fueron esclavos por muchos años.

En lo particular no es de mis libros favoritos porque al leerlo siempre había pensado que los israelitas de aquella época eran muy tontos, estaban ciegos, tenían a Dios de su lado, guiándolos, presente para ayudarlos en todo, y ellos no hacían más que quejarse, dudar y tratar de hacer las cosas según lo que ellos creían, a su manera y no a la manera de Dios. Pero ¡hey! espera un segundo… ¿Te suena familiar? ¿Sí? ¡Claro! ¡Yo soy así! yo me he estado comportando así casi toda mi vida, ¡como no lo ví antes! Hoy en día los seres humanos en general somos como aquel pueblo de Israel, nos impacientamos, nos quejamos, lloramos, hacemos pataletas y nos cuesta un mundo aceptar que quien está en control es Dios y que el tiempo perfecto es el de Dios.

No se trata de obtener lo que deseamos y cuando lo deseamos, así no funcionan las cosas. Los israelitas querían llegar a la tierra prometida en un abrir y cerrar de ojos, ellos querían que Dios les diera de todo de una vez  y la cosa no era así. Y es por esa razón que Dios hizo que un viaje de 11 días hacia la tierra prometida, se extendiera por unos 40 años.

Esto no sucedió porque Dios fuese malo con ellos, sino todo lo contrario, Él lo hizo para su protección y para su formación. El pueblo de Israel tenía que aprender a confiar en Dios y a amarlo con todo su corazón.

Su temporada en el desierto los preparó para lo que venía, gracias a ese tiempo en el desierto el pueblo de Israel pudo ver los milagros de Dios, sentir Su presencia de una manera mucho más intensa, aprender a obedecer a Dios y a adorarlo con todo el corazón. Sin esa preparación, no hubiesen sido capaces de derribar el muro de Jericó y de conquistar la tierra prometida.

Amiga «desanimada», ésto es para ti:

Tal vez tú estés pasando en este momento por un desierto en tu vida, quizás sientas que nada vale la pena, que no hay manera de que tu vida mejore y salgas adelante. Los planes no salieron como tú lo esperabas, la cosa ha resultado más ruda de lo que pensabas. Tal vez quieras darte por vencida o no te queden más fuerzas para pelear… Déjame decirte que te entiendo porque yo también he estado allí, de hecho, actualmente atravieso por un nuevo desierto en mi vida. Pero espera, quiero animarte a creerle a Dios por muy oscuro que se vea el panorama.

Consideremos que el desierto es donde Dios nos necesita ahora, Él nos está preparando para un gran propósito. Lo maravilloso de Dios es que, aún cuando creemos que Él no está trabajando, de hecho si lo está.

Te invito a pasar estos días en el desierto juntas, confiadas en que somos hijas de un Dios que no se ha olvidado de ninguna de nosotras y que de seguro, en este momento está a nuestro lado dándonos fuerzas para superar las pruebas y darnos una tremenda victoria, como solo Él sabe hacerlo. Nuestras luchas son Sus luchas, Él pelea por nosotras y nuestra única tarea en estos casos es creer, confiar, orar y esperar.

«Señor, usa estos días en el desierto para hacer que mi fe por tí sea más profunda», Wendy Pope.

Kenia Urdaneta

PT y Fitness Nutrition(ISSA) No soy la típica “Chica Fit” Me gusta escribir de 🥑Tips y Recetas Sanas Instagram: @Hoycocinosano

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