Durante años he ido cerrando ciclos en diferentes áreas de mi vida…
Soy una coleccionista de ciclos cerrados. Han sido tantas las veces que creo ya haber aprendido a hacerlo de la forma correcta y menos traumática posible, que era lo que a mi alma dramática más le costaba.
Estoy convencida de que el proceso de cerrar ciclos tiene varias etapas:
- La aceptación de la realidad: Sin adornos, sin posibilidades, sin fantasías, sin ambigüedades, lo que fue ya dejó de ser y lo que no fue es mejor aceptar que nunca será. La idea es no hacernos la vista gorda ante lo indiscutible, necesitamos avanzar.
- Asumir la responsabilidad que nos corresponde: En todo ciclo que llega a su fin hubo esfuerzos de todas las partes y decisiones que se tomaron que, sean buenas o malas, afectaron y fueron de relevancia; muchas de esas cosas salieron de nosotros y eso nos quita el papel de víctima que no le luce a nadie y menos a unas mujeres tan sensatas como nosotras (Vamos, asume que tienes el 50% de responsabilidad)
- Ser objetivos, eso espanta el drama: Sin tantas palabras, sin tantas excusas, sin tantas justificaciones. Somos objetivas cuando se utilizan las palabras correctas para explicar algún tema o para definir una situación que nos lastima, sin que sea parte del guión de una novela y sin culpar a nadie.
El drama de una situación que me afecta, comienza en mi corazón y termina en él.
- Terminar lo que faltó por terminar: Seguramente algo faltó por hacer, por decir, por dar, por permitir y es mejor ser valiente para hacerlo. Primero: porque nos hace responsables. Segundo: porque será más fácil salir del proceso si no le debemos nada a nadie y nuestro nombre quede sin tachaduras.
- Perdonar y pedir perdón: Dice la película “La cabaña” que “tendrás que perdonar 1000 veces más antes de que deje de doler” el perdón no es fácil, pero debe ser inmediato a una persona, a un lugar, a una situación o a ti mismo. Siempre tendremos que ofrecer disculpas y esperar que aquellas personas o circunstancias que afectamos de algún modo queden en paz con nuestra existencia, porque quizás debimos dar más o dar menos. No importa el cuánto, pero sí el recibir y dar perdón cuando soltamos un viejo camino.
- Dar las gracias: Hubo momentos malos o tal vez momentos que no fueron gratos, pero que gracias a nuestras emociones nos hicieron crecer y aprender desde la idea de ser positivos en todo momento. También hubo momentos agradables, risas, emociones y todas esas cosas se agradecen. Además, el agradecimiento también nos libera y nos hace vivir más felices. A eso que hoy dices adiós dile ¡Gracias!
¿Cómo cerrar ciclos? Hagámoslo, es una terapia que me hizo sentir increíble
Hace poco viví ciertas situaciones que me pedían a gritos cerrar ciclos y lo hice, me ayudó tanto en este proceso el escribir que literalmente sentí como una gran carga de autocompasión, semanas de dolor y tristeza se iban de mí, esa sensación me hizo muy feliz.
Te voy a contar cómo cerrar ciclos según una terapia personal: Tomé mi agenda (también srive la computadora o un diario si lo tienes) allí escribí el nombre del ciclo y definí preguntas y premisas como:
- ¿Para qué vino esto a mi vida?
- ¿Cuál es la realidad de hoy?
- ¿Quién soy en esa situación?
- ¿Qué debo mejorar?
- Lo que no quiero olvidar jamás (Motivos felices)
- ¡Por favor no permitas! (Pensamientos negativos que lastiman)
- Y escribí un poema
Utilicé colores, resaltadores y post it para decorarlo con mucho amor. Al final terminó siendo una gran liberación de todo lo que había en mi mente para darle más valor a lo bueno y restarle fortaleza a los pensamientos enfermizos que nos mantienen atadas.
Luego de terminar, coloqué música alegre y tomé una ducha en la que me dediqué a mí misma todo el tiempo suficiente para sentirme plena, renovada y totalmente feliz.
Cerrar puertas y ventanas
Cuando retomé la vida cristiana ya siendo adulta, pareciera que puse sobre mí un letrero que dijera “disponible para todos los ex’s”. Fue increíble cómo uno a uno se fue acercando con la excusa de saludar. También se acercaron unos que otros chicos que no eran ex´s pero que tenían intenciones muy parecidas. Eso me frustraba mucho porque no entendía la razón para que aparecieran.
Al contárselo a mi mentora, me dijo “muy pocos se acercan de la nada, alguna puerta o ventana debes tener abierta”. Ese autoanálisis duró meses porque yo culpaba mi estilo al vestir, mi feminidad… ¡y no! no era nada sobre mi apariencia porque eso es parte de mi diseño.
Lo que atraía esos chicos a mí era esa “cordialidad tan accesible”, siempre tierna y cariñosa, siempre disponible para un saludo simpático, siempre atenta a alguna necesidad, siempre un feliz cumpleaños, una respuesta efusiva a un feliz año y, aunque lo hacía desde la amistad, muchos hombres tienden a confundir esas atenciones o el ser tan amigables; así que seguí siendo cortés, pero con más límites, ya no daba la oportunidad de extender una conversación ¿Y sabes qué? Se cerró el ciclo por fin, cada uno a su ritmo, sin sentirse, sin alboroto y sin trauma.
Así que ahora cada vez que cierro un ciclo, reviso todas mis puertas y ventanas para cerrar aquellas que ya no son convenientes y dejar sólo un acceso a la amabilidad social que todos debemos tener como gente común que respeta sus límites.
Creo que el trauma es lo que duele al cerrar un ciclo, porque se puede generar en nosotras una sensación de vacío y de pérdida, por eso quizás te puedes sentir identificada con el siguiente blog post ¿Cómo llenar un corazón vacío?
Puedo asegurarte que me funcionó reconocer, aceptar y vivir a su ritmo cada una de las etapas de cómo cerrar ciclos y lo que más paz me generó fue la terapia de escribir para no olvidar y para no ahogarme en mi propio dolor. No te aseguro que sea rápido, pero si será más fácil.
Escrito por Marielysa @marielysacg