Según el portal web psicositio.com, «la ansiedad puede ser calificada como una emoción, pero en realidad, es un mecanismo humano de adaptación al medio y nos ayuda a superar ciertas exigencias de la vida; las mujeres solemos ser dos veces más propensas a padecer este trastorno. La ansiedad pasa a ser algo negativo cuándo presenta sentimientos de malestar tales como, preocupación, tensión, temor, inseguridad, hipervigilancia entre otros».
En la adolescencia, esa etapa llena de cambios y fuertes emociones, sufrí de ansiedad (la cual se prolongó hasta la adultez). Como no era extrovertida, mis padres no lo notaron de inmediato; algunos sucesos drásticos en la familia y otros de índole personal destrozaron mis sentimientos y cambiaron mi personalidad. No me apena contarlo, gracias a Dios pude salir adelante. Mucha gente, especialmente mujeres, sufren de este mal pero no buscan ayuda. Por esta razón quiero contarles mi experiencia y algunos puntos que les ayuden a reconocer si la padecen a fin de salir adelante.
¿Qué sentí?
En mayor medida sentía miedo irracional y mucha inseguridad, sensación de incertidumbre y desinterés.
- En cuanto a la conducta, desarrollé un trastorno obsesivo compulsivo; sentía cierta inquietud, miedo a los gérmenes, necesidad constante de aseo, no tocaba las personas, limpiaba la casa constantemente (en especial el baño) y siempre estaba intranquila.
- Cuando salía tenía un estado de hipervigilancia, una sensación horrible de amenaza, no tenía paz.
- Mentalmente me perdía en mis pensamientos, a veces me costaba concentrarme y era muy susceptible.
- Socialmente tenía temor a los conflictos, dificultad para defender mis puntos de vista, irritabilidad y era poco sociable.
- Físicamente sentía molestias digestivas, hipertensión por causas emocionales, palpitaciones, falta de aire, opresión en el pecho, trastornos alimenticios e insomnio.
Barreras que hacen difícil la recuperación de la ansiedad:
- Desconocimiento del tema:
Ya sea de nuestra parte o de quienes nos rodean, el hecho de tener manifestaciones físicas nos puede hacer creer que estamos enfermas de un virus o algo parecido. Visitas constantes al médico sin resultado alguno. Este mismo desconocimiento nos hace objeto de burlas por parte de quienes nos rodean y pueden dirigirse a nosotras con frases como: eres muy débil o sensible, no tienes carácter, cada vez estás más tonta, pareces un cerdo (si subes de peso) o estás esquelética (Si bajas de peso); el punto es que todo esto empeora la situación.
- No reconocer emocionalmente que no estamos bien y que tenemos ansiedad:
Nadie nos conoce más que nosotras mismas, de hecho uno de los síntomas pre-menstruales es el cambio de las emociones, (de eso sí que sabemos). Así que, aunque entremos en una etapa de negación, sabemos que algo no está bien. Como en cualquier condición, ya sea física, emocional y hasta espiritual, reconocer lo que está mal es el primer paso para salir adelante.
- Desconocimiento por parte de nuestra comunidad de fe:
Lamentablemente, muchas de nuestras iglesias o de nuestros líderes consideran las enfermedades psicológicas como falta de fe o influencia demoníaca, por lo tanto, en vez de ser fortalecidas espiritualmente, puede darse una tendencia de alejamiento y desconfianza ya que no encontramos apoyo. La Biblia habla de aflicciones como el temor o angustia y todo esto se refiere a nuestras emociones; un caso marcado en la Biblia es cuando David reconoce su pecado con Betsabé al ser confrontado por el profeta Natán y es informado de que el niño, fruto de su pecado, moriría. David se encerró por largo tiempo, lloró y no comió, señal de una gran tristeza o depresión, aunque luego de morir el niño, reaccionó y entendió que nada cambiaría lo sucedido, así que se levantó y siguió adelante.
Mis recomendaciones personales para batallar contra la ansiedad:
Antes que nada, estas recomendaciones son basadas en mi experiencia y no en la ciencia.
Busca ayuda
Ya sea de alguien en tu familia, de tu mejor amiga, líder, pastores o de un profesional en el área. Tratar de salir de esto sola no será tu mejor opción. Sentir que le importas a alguien y que ese alguien nos apoya, afirmará nuestras emociones de forma positiva.
Sal de la cueva
Evita el encierro, deja de ver la vida en blanco y negro y ¡ponle colores! Ve a un parque, a la playa, al cine, reúnete con amigos, en fin, vive nuevas experiencias.
Encuentra paz
Date una oportunidad, no seas dura contigo misma ni te exijas más de la cuenta. También evita situaciones estresantes en la familia, lugar de estudio o trabajo; aprende a delegar, apóyate en los demás para realizar tareas y confía en que todo estará bien. Obtener un resultado de 7/10, por ejemplo, no es el fin del mundo; de todo se aprende y una oportunidad de 10/10 en superar dificultades será de mucho provecho.
No pierdas la fe
El salmo 34:19 dice:
«Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas te librará Jehová».
Dios nunca te desamparará. Apóyate en tu fe, cree, confía, pídele a Dios que te ayude y te guíe a encontrar la salida a esta situación difícil.
En la Biblia encontramos muchas historias de situaciones difíciles en las que Dios ayudó a salir adelante. Somos más fuertes de lo que pensamos. Pide la oración a tu grupo de fe si así lo sientes, saber que hay personas que están contigo y te apoyan al menos en oración también te afirmará espiritualmente. Recuerda que ninguna carga es tan pesada que Dios no pueda ayudarnos a llevarla y que, en cada situación o proceso, hay una enseñanza, hay algo que podemos compartir con otras personas y ayudar a otros a fortalecerse en fe, emocional y espiritualmente. Así que podemos decir que Dios nos capacita para ser el apoyo de otras personas que están en situaciones que ya nosotros conocemos.