Una de las cosas que más nos cuesta a muchas, es la de aprender a esperar. Vivimos en un mundo acelerado e impaciente, donde todo es urgente, donde parece que corremos una carrera contra reloj para lograr las cosas que queremos, cuando las queremos.
Sí, somos impacientes, nunca estamos conformes, siempre queremos más y lo queremos ¡ya!
Cuando somos niñas, queremos ser grandes, jugamos con el maquillaje de mamá y nos ponemos sus tacones y vestidos. Cuando llegamos a la adolescencia, a veces nos frustramos por no tener una voluptuosa figura de mujer, o porque no nos dan permiso para depilarnos las cejas y piernas. Cuando somos estudiantes, queremos graduarnos ¡ya! para trabajar. Cuando somos solteras, queremos que llegue ¡ya! el indicado para casarnos. Cuando estamos casadas queremos una casa grande, el auto, los hijos, y pare de contar. Nunca estamos conformes, siempre queremos más y lo queremos ¡ya!
Lo que a veces no somos capaces de ver es cuánto daño nos hace esto.
El afán, el estrés y las preocupaciones, no nos llevan a nada, créanme, se los digo por experiencia. No es fácil esperar, pero cuando confiamos que tenemos un Dios sobrenatural, cuando tenemos fe en que Dios es nuestro suplidor, nuestro redentor y nuestro Padre amado, toda duda se disipa, todo miedo se esfuma y es en ese preciso momento, cuando aún en medio de la tempestad del día a día, de los problemas y las frustraciones, que podemos sentir paz.
Amiga, hoy quiero decirte que no te desesperes
Y antes de todo acude a la oración. Pídele a Dios y Él te responderá en su tiempo y según su voluntad. La buena noticia es que tenemos un Padre que no nos desampara. Dios es nuestro Padre y como tal, Él quiere lo mejor para ti y para mí. Porque si aún nuestros padres terrenales quieren lo mejor para nosotras, ¿cuánto no querrá Dios que logremos?
Sin embargo, no seamos sabias en nuestra propia opinión, quizás lo que tú quieres para ¡ya! te parezca bueno, pero Dios tiene otra cosa para un poquito más tarde que será ¡muchísimo mejor! ¿Comprendes? Él puede ver más allá de lo que tú o yo jamás podamos imaginar, Él es Dios.
Para finalizar, quiero regalarte algunas citas bíblicas que puedes memorizar o anotar para leer cuando lo necesites:
«Pero ustedes, hermanos, tengan paciencia y no se desesperen, pues ya pronto viene Cristo el Señor. Hagan como el campesino, que con paciencia espera la lluvia, y también espera que la tierra le dé buenas cosechas»; Santiago 5:7 TLA.
«Calla en presencia de Dios, y espera paciente a que actúe; no te enojes por causa de los que prosperan ni por los que hacen planes malvados»; Salmos 37:7.
«Toda mi esperanza la tengo puesta en Dios, pues aceptó atender mis ruegos»; Salmos 40:1 TLA.
«Y así, habiendo esperado con paciencia, Abraham obtuvo la promesa» Hebreos 6:15 NBLH
«Espero en el Señor; en Él espera mi alma, y en Su palabra tengo mi esperanza»; Salmo 130:5 NBLH.