La película Frozen te enseña sobre el amor, y en este articulo te decimos por qué.
La mayoría de nosotras hemos pasado por esa etapa en la que nos sentimos solas y cansadas de esperar al amor. Anhelamos tener a esa persona que nos escriba, que esté pendiente de si dormimos bien o cómo llegamos a casa; una con la cual compartir salidas al cine, cenas y horas de conversación.
En ese querer, muchas hemos caído en la desesperación de esperar a tal punto que nos ilusionamos con el primer “buen prospecto” que nos pasa por el frente. Entonces empezamos a alimentar esa idea: vemos a ese chico tan lindo y todo tan color rosa que nos apresuramos a despertar el amor antes de tiempo. Así, tal como le sucedió al personaje de Anna cuando conoció al Príncipe Hans en la película Frozen.
¡Yo me vi tan reflejada en ella! Sí, en algún momento de mi vida yo también fui como Anna. Aunque nos acabábamos de conocer, te cuento que apenas vi a ese chico y experimenté su trato agradable ¡yo sentí una conexión increíble!, al igual que Anna. Incluso, en la canción que ella canta junto a Hans se expresa como si fueran el uno para el otro. En este punto, no me niegues que te ha sucedido algo similar porque sé que no soy la única.
A pesar de tratarse de Disney, ¡cuánto nos puede enseñar la película Frozen con la relación de Anna y Hans! Por eso, hoy quiero compartir contigo
5 lecciones que la película Frozen me dio sobre el amor
Con estos consejos podremos evitar ser traicionadas por nuestras propias emociones a la hora de esperar a la persona adecuada.
1. Conocer a alguien requiere tiempo
Conversar una o dos veces con una persona no basta para conocerla; es necesario invertir tiempo, establecer una amistad sincera y profunda donde puedas conocer su carácter, sus gustos, su trato con su familia, cómo se comporta con sus amigos o qué aspiraciones tiene… Son muchas las cosas que debes tomar en cuenta y conocer del otro antes de apostar a una relación.
2. Sentir una conexión no te garantiza un «felices por siempre»
Cuando ambos príncipes se conocen –Anna y Hans–, la química es evidente. Se sienten como si se conocieran de toda la vida, como si se leyeran los pensamientos, como si fueran un solo; pero nada de eso le garantizó a ella un final feliz, sino todo lo contrario.
3. No es bueno apresurarse en las decisiones que involucran al corazón
Anna, cansada de esperar al amor, se apresuró a establecer una relación con base en lo que conocía superficialmente de este príncipe. Según su criterio, ella estaba segura de que su decisión era la correcta pero solo estaba actuando por impulso, ya que en ella predominaba su necesidad por sentirse amada.
En lo particular, cada vez que he actuado o tomado una decisión por impulso he terminado bastante herida.
4. No te conformes con palabras bonitas, no son suficientes
Lo admito, durante muchos años estuve tan necesitada de esas palabras bonitas, de flores y canciones dedicadas –porque nunca recibí ese amor de mi figura paterna– que eso influyó mucho en mi capacidad de esperar, ya que ese vacío lo llenaba con el primer hombre que me decía cosas lindas o me hacía sentir única.
Con el tiempo, entendí que cualquier persona puede hacer eso para conseguir lo que quiere y después, ese romanticismo mengua o desaparece. Por eso no basta con que te digan cosas que te hacen sentir especial para establecer una relación con alguien.
La etapa del enamoramiento es pasajera y al esfumarse, es cuando el verdadero amor entra en juego; es decir, la decisión diaria de amar a alguien a pesar de sus fallas, imperfecciones y debilidades.
5. Tú eres la única responsable de guardar tu corazón
Tu corazón es demasiado valioso como para endosarlo al primer chico que medio te haga sentir especial, pues la persona que realmente anhele pasar el resto de su vida contigo, estará dispuesto a invertir el tiempo que sea necesario para que se conozcan, para madurar juntos y tomar las decisiones correctas en el tiempo oportuno.
Quienes quieren todo apresurado y se dejan llevar por sus impulsos son personas que deben detenerse y madurar en su área emocional si realmente desean tomar buenas decisiones. Así que, en vez de cansarte de esperar, ¡hazte valer! Que quien te pretende no crea que puede tenerte fácilmente, sino que pueda conocer el valor de lo que implica algo tan simple como tomar tu mano; que para él sea algo hermoso y aprenda a sentirse honrado de caminar a tu lado.
Princesa que me lees, ¡escribir sobre esto me llega tanto!… Estuve años viviendo en círculos viciosos llenos de premura, impulsos e ilusiones en los que yo pensaba y me movía como Anna. Ese comportamiento y actitud solo me llevó a fracasos, heridas y dolor, ya que entregaba lo mejor de mí ante la superficialidad de alguien más.
Ahora –que estoy casada y miro hacia atrás– me doy cuenta de cuán inmadura fui, y aunque no cambio nada de lo que he vivido –porque gracias a eso hoy puedo aconsejar y ayudar a otras personas que han pasado por lo mismo–, debo confesar cuánto hubiese querido poder leer algo como esto y así haber tomado las decisiones correctas.
De verdad le pido a Dios que no tengas que vivir las consecuencias de no saber esperar para empezar a practicar estas enseñanzas tan profundas que algo tan simple –como una película animada– me recordó.
Mi anhelo es que puedas valorarte, decidir correctamente y que atesores cada palabra para que tu corazón tenga menos heridas y más sonrisas.
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