Queridas Entaconadas, me gustaría saber su punto de vista ante una situación. Mi mejor amiga y mi ex novio tienen una relación, ellos asisten a la misma iglesia que yo ¿Cómo debo afrontarlo? ¿Cuáles serían las conductas adecuadas para sanar dicha traición?
Entaconadas responde:
Querida lectora: La verdad es que la situación que planteas es bastante incómoda. Para comenzar, queremos acotar que aunque hablas de traición, tu pregunta no nos deja en claro si ese chico decidió andar con tu amiga aún estando en un noviazgo contigo o si te refieres a que, luego de que ustedes terminaron su relación, fue que tu amiga y tu ex novio comenzaron la relación que ahora sostienen.
Sea cual sea el caso, si fue premeditado o no, sabemos que tanto el chico en cuestión como tu amiga han ocasionado una herida en tu corazón y sin importar mucho de qué manera se dieron las cosas, claramente te enfrentas a un proceso de perdón.
Amiga, en términos generales y respondiendo a tu segunda pregunta, el evangelio no lo podemos vivir siguiendo procedimientos o conductas (eso sería vivir religión), más bien se trata de decidir cada día morir a nuestro ego y a nuestra manera de manejarnos para dejar que sea Dios mismo trabajando en nuestros corazones como Él quiere, a través de su palabra y presencia; pero tal como lo mencionamos, hacer esto cada día es una decisión que nos compete a nosotras asumir.
Asimismo funciona con el perdón, para perdonar no tienes que sentirlo, tampoco es necesario que te pidan perdón para hacerlo e inclusive, quizás hasta tengas todas tus razones para argumentar que ellos no merecen tu perdón, pero igual, si deseas hacer lo que Jesús haría, debes decidir perdonarlos; ese es el primer paso si deseas que tu corazón empiece a sanar de esa traición.
El perdón representa el primer paso hacia la sanidad del corazón porque espiritualmente:
- Estás cumpliendo con la voluntad de Dios.
- Porque cuando nos disponemos a hacerlo aunque no lo queramos, lo hacemos por amor a Dios, a su palabra y a ti misma (a fin de poder avanzar).
- Porque estás diciendo a lo que viviste que no importa la magnitud del daño que te causó, sino que decides soltar esa herida sin guardar resentimientos para abrir paso a la libertad y sanidad de Dios en ti.
Sé lo duro que puede ser verlos en la iglesia, pero ¿sabes qué? Cuando nos congregamos, lo hacemos porque vamos a entregarnos a Dios y a recibir lo que Dios tiene para nosotras. Con esto queremos decir que no cometas el error de dejar de asistir a la iglesia o apartarte completamente de ella, pues, ahora más que nunca necesitas aferrarte a Dios para que pueda sanar tu corazón.
Ahora bien, en el caso de que tu iglesia tenga varios servicios a diferentes horas, procura ir a una hora en la que sepas que ellos no asistirán, pero si esto no es posible, simplemente ve y al terminar el servicio, no te quedes afuera conversando a fin de evitar pasar por momentos incómodos, esto sólo mientras te habitúas a lo que vives, pues al principio la herida está a flor de piel y es cuando más nos afecta; sin embargo, en cuanto te sientas mejor regresa a tus hábitos normales de compartir con el resto de los miembros de tu iglesia.
Con respecto a tu amiga, no sé si aún mantienes una relación de amistad con ella, pero lo mejor es tomar la mayor distancia posible, de manera que tu corazón tenga el tiempo de sanar. Ahora mismo no sería adecuado buscar ni entender razones. Es importante que sepas que mientras esa herida no sane, si mantienes tu amistad como si nada, sólo estarás alimentando el resentimiento y exponiéndote a escenarios que podrían abrir más la herida de tu corazón.
En conclusión, es tiempo de aferrarte a Dios. Sólo Él podrá restaurar tu corazón, pero para ello debes estar dispuesta a entregarle todas las piezas y a dejarlo obrar como Él quiere. Aunque sea doloroso, cuando el proceso pase habrás aprendido el poder y la importancia del perdón, y cuando en el futuro recuerdes lo que ahora vives o cuentes tu historia, ya no habrá ni una pizca de dolor ni amargura hacia lo sucedido o hacia ellos, sólo habrá agradecimiento porque ese proceso te hizo más fuerte en Jesús.