Me cuesta creer que ya pasaron 10 años desde aquel día en el que soplé las veinte velitas que anunciaban mi entrada al clan de las veinteañeras, ¡recién cumplí 30! y déjenme contarles que aunque los veinte fueron geniales, hoy en día, cuando miro hacia atrás, no puedo evitar ver las tantas veces que sufrí a causa de las mentiras que el mundo tantas veces nos hace creer.
Les cuento que aunque conocí a Jesús a los 15, no fue sino hasta los veintitantos que verdaderamente comencé a caminar con Él y a dejar que sanara mis heridas. Y aunque considero que todavía me queda muchísimo por aprender (porque es un proceso que durará toda la vida), a continuación les quiero compartir un poquito de mi experiencia resumida en 20 cosas que le diría a mi «Yo» veinteañera; verdades que ahora sé y que antes no tenía claras, cosas aprendidas en el camino hacia mi sanidad espiritual, sin ningún orden en específico, se trata de verdades con las cuales seguramente me hubiese ahorrado uno que otro lío y muchas lágrimas, y que me gustaría que ustedes sepan ahora.
- Tu valor no depende de lo que hagas, de lo que digas, de cuantos talentos tengas o dejes de tener. No vales ni menos, ni más que nadie, porque ante los ojos de Dios todos somos iguales.
- Dios no quiere castigarte, los problemas que enfrentas ahora no son un castigo por lo que hayas hecho mal en el pasado, son solo pruebas que debes superar para aprender y crecer en la vida.
- Vestirte a la moda, ir a discotecas y ser la reina de la fiesta no te harán ser más o mejor persona, no debes luchar por encajar en un sistema que está roto, nada de eso va a llenar el vacío de tu corazón, solo Jesús puede sanar tus heridas y llenar tu vida.
- No busques el amor verdadero en una cajita de cereal, no te dejes llevar por las apariencias porque éstas, engañan. No te desesperes porque eres la única soltera de tu grupo de amigas, no te va a dejar el tren, simplemente las cosas buenas se hacen esperar, y Dios está preparándote para cuando una buena oportunidad se presente según su voluntad.
- Deja de escuchar esa música que tanto te hace mal, ¿para qué echarle más leña al fuego? Tu vida no está estigmatizada por la letra de una canción «corta venas» secular, simplemente levántate, sacúdete el polvo y sigue adelante.
- Decídete por una profesión que a futuro puedas compaginar con tu vida familiar, tu rol como esposa y madre será más importante y muchísimo más gratificante que una agenda llena de reuniones interminables y un trabajo que no te deje llegar temprano a casa.
- No todos a quienes sueles llamar amigos ahora, lo serán en un futuro. Y eso está bien, las personas cambian, tu también lo harás, cada quien escoge su propio camino.
- No confíes en tu corazón porque es engañoso. No todo lo que brilla es oro.
- Compararte con otras personas te hace daño, tan solo te detiene de convertirte en una mejor versión de ti misma, es como una venda en tus ojos que no te deja ver lo talentosa que Dios te hizo. Tú puedes brillar con luz propia, porque eres sal y luz por causa de Cristo.
- No te prives de hacer aquellas cosas que quieres hacer solo por el qué dirán, la mayoría de las cosas que crees que otros piensan de ti, realmente no son verdad.
- Molestarte, pelear y generar contiendas con tu pareja no te llevarán a ningún lado, lo mejor siempre será guardar la calma y llevar todas tus frustraciones y angustias delante de los pies de Dios, en oración.
- Ser una buena cristiana no tiene nada que ver con hacer cosas en la iglesia si tu corazón no está involucrado, Dios no quiere que sirvas por servir, Él quiere que lo hagas con pasión y para eso te ha dado talentos específicos, ¡úsalos!
- Aún en tus momentos más oscuros, Dios siempre estará a tu lado, ¡ya lo verás!
- Ora, ora todo el tiempo, porque Dios no se olvida de ninguna oración, por muy pequeña que sea.
- Vivir para Jesús es más gratificante que vivir para el mundo.
- El noviazgo no es un juego de niños, no te hagas su novia si no estás segura de tus sentimientos, no te hagas su novia si no te vez algún día casada con ese chico.
- Si vas a asistir a una iglesia, no te fijes en la gente, fíjate en Jesús. Tu fe no debe estar condicionada a lo que las otras personas hagan bien o mal.
- Deja las expectativas matrimoniales atrás, tu esposo es una persona con defectos y virtudes, al igual que tú. Él también va a fallar y eso está bien, él no es responsable de tu felicidad ni de sanar tus heridas, el único que puede llenar todos tus vacíos y sanarte es Dios.
- La sujeción según la Biblia no es sinónimo de anularte a ti misma, puedes seguir siendo tú y sujetarte a tu esposo; cuando aprendas a hacerlo, verás como todo fluirá de manera maravillosa y tu matrimonio será como siempre quisiste que fuera.
- Tranquila, Dios proveerá, Él cumple sus promesas SIEMPRE.