Ésta es la secuela del artículo «Ella solo quiere detenerte: La comparación«, por lo que si no has leído el anterior, te invito a que lo hagas para luego continuar leyendo este artículo.
¿Como ser una mujer libre de la comparación? ¡Wow! Honestamente te cuento que no se trata de seguir unos simples pasos o de apretar un botón, no es algo tan fácil, pero lo que sí puedo afirmarte es que con la ayuda de Dios es algo totalmente viable. Así que ¡vamos amiga!, aventurémonos juntas en este camino hacia la libertad y plenitud en Cristo, ¡vale totalmente la pena!
Reconoce el problema
En el primer párrafo les hice énfasis en que antes de leer éste artículo, leyeran el anterior; esto porque en el primer artículo hablé sobre la comparación en sí, las maneras cómo se manifiesta y consigue engañarnos y atraparnos en su juego. Considero que el primer paso hacia la libertad en esta y cualquier otra área problemática, es el hecho de reconocer el problema, en este caso, me refiero a reconocer que nos comparamos constantemente con otras personas o que comparamos nuestras relaciones con las relaciones de otros, y que sabemos y aceptamos que ésto nos hace daño, por lo tanto queremos y debemos parar de hacerlo.
Aprende a ver tu valor
Hace poco, el pastor de mi iglesia, durante una de sus prédicas, hablaba sobre los asuntos del corazón y del propósito de cada uno de nosotros como seres humanos, creados a imagen de Dios. Él mencionó el siguiente versículo:
«El Señor me dio el siguiente mensaje: —Te conocía aún antes de haberte formado en el vientre de tu madre; antes de que nacieras, te aparté y te nombré mi profeta a las naciones». Jeremías 1:4-5 NTV
¿Tienes idea de lo que esto significa? ¡Oh, cuánto valor! Somos tan valiosas que Dios ya nos había apartado y puesto en alto aún antes de siquiera habernos formado en el vientre de nuestras madres. Somos tan valiosas que el Dios del universo, creador y Señor de todo lo que existe se tomó el tiempo no solo de diseñarnos, sino de escogernos, de darnos vida y de darnos un propósito.
«…mi propósito es darles una vida plena y abundante». Juan 10:10 NTV
Pero no solo le bastó a Dios el hecho anterior. Aunque tengamos un propósito hermoso, nosotras (de necias) nos corrompimos a causa del pecado y nos desviamos de ese camino hermoso que Dios nos preparó, así que ¿qué hizo Dios?… Nos envió a Jesús:
«Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, como también mi Padre me conoce a mí, y yo conozco al Padre. Así que sacrifico mi vida por las ovejas». Juan 10:14-15 NTV
Descubre tus propios talentos
Ahora bien, tú dirás: «Este es el punto, yo no soy talentosa y exitosa como Fulanita». Nena, estás en lo cierto en una cosa, y es que tú no eres como «Fulanita» porque tú eres tú, ¡Dios te ha hecho única! Sí, quizás no tengas los talentos de esa otra persona, pero tienes los tuyos propios y el chiste está en que comiences a mirar más allá para que los descubras poco a poco.
Te confieso que por años sufrí mucho porque yo no era la chica popular y extrovertida, y durante muchos años luché con ese sentir, miraba a otras chicas que sí lo eran y eran las amigas de todos, luego me miraba a mí y me sentía menos importante: la callada, la introvertida, la de pocos (pero valiosos) amigos. Sin embargo, con el tiempo, Dios me mostró que ser introvertida no era un defecto y que si bien Él no me dio el talento para ser animadora de TV, habían muchas otras cosas que sí podía hacer muy bien. Por ejemplo, descubrí que era buena con la fotografía, haciendo ricos dulces o escribiendo, como lo hago ahora. Yo sé que tú también eres buena en muchas cosas, porque está en nuestro diseño, y que si pones de tu parte, pronto podrás hacer cosas maravillosas con esos talentos. Solo confía…
Confía en el Señor
Creo que confiar en Dios es la clave para todo. Si hay algo que he aprendido, es que de nada sirve afanarse y que Dios siempre hará como Él quiere. Así que en medio de la tempestad de una vida agitada —como la que vivimos hoy en día, en la que la lucha por sobresalir es voráz— Keep calm and… Confía en Dios.
«¡Ah pero es que Fulanita tiene un novio de ensueño y a mi como que me va a dejar el tren!» —me dirás tú—, pero yo te digo: ¿Y qué?, ¡alégrate por ella y sigue tu vida! No te enfoques en los demás, enfocate en Jesús, Él sabe lo que es bueno para ti, y también lo que es bueno para «Fulanita». Créeme TODOS pasamos nuestros procesos, nadie tiene una vida perfecta y absolutamente todos necesitamos una cosa: Confiar en Dios, porque la verdad es una, y es que aunque tengas todo lo que deseas en esta vida: amor, dinero, fama… absolutamente nada de esto te va a llenar, solo tu relación con Dios.
Repite el proceso una y otra vez
Ahora bien, déjame contarte un secreto… Debo confesar que no escribí este artículo en una sentada, nada que ver, de hecho llevaba más de un mes como «borrador», allí, todo abandonado, porque aunque Dios había puesto en mi corazón hablar de ello, no ha sido para mí un camino fácil esto de dejar de compararme constantemente y aprender a valorarme, más que como mujer, como ser humano en sí. Ya había reconocido que sufro de comparación, y digo «sufro» aún en tiempo presente porque, amiga mía, la sanidad es un proceso y muchas veces habrán recaídas, y no podemos dar por sentado que hemos alcanzado la meta, como lo expresa Pablo aquí:
«No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús». Filipenses 3:12
Así que si un día sientes que ya eres libre de comparaciones y al otro día amaneces comparándote de nuevo con cualquiera, tranquila, respira profundo y una vez más repite el proceso, reconoce el problema, recuérdate tu valor, re-descubre tus talentos y confía en Dios. Recuerda que tienes derecho a tropezar y caer, pero que luego de cada caída es necesario que tomemos la mano que nos extiende nuestro Padre para levantarnos y continuar hacia adelante.