Lo que voy a contarte es una historia de amor. Quizás no del tipo de historias que estás acostumbrada escuchar, pero una historia que, al fin y al cabo, podría cambiar tu perspectiva del verdadero amor.
En algún momento de mi vida me obsesioné con el amor. Me la pasaba soñando con que aparecía un chico, y que tomados de la mano íbamos juntos a cenar y ver películas. Por mucho tiempo estuve muy poco tiempo sola, o estaba ya sea en una relación, o andaba en busca de estar en una, nunca estaba feliz sola. Me la pasaba añadiendo fotos a mi tablero de “Bodas” en Pinterest, viendo películas románticas y envidiando a otras parejas aparentemente felices. Estaba enamorada del amor como lo pintan los cuentos de hadas.
En el fondo temía que Dios no me permitiera vivir mi propia historia de amor, a cada rato me preguntaba, ¿qué tal si su voluntad para mí no era el matrimonio? ¿Qué tal si Dios quería que yo me quedara soltera? No sentía paz en absoluto, no confiaba en Dios con todo mi corazón porque pensaba que él no estaba de acuerdo conmigo. Este miedo me mantuvo alejada de Él durante mucho tiempo.
Hasta que Dios me dio una lección…
Era prácticamente perfecto en todos los sentidos, una amistad que hizo la transición en un romance. Todo el mundo dijo que nos veíamos lindos juntos, parecía que íbamos a ser de esos novios de secundaria que terminan casándose. El “vivieron felices para siempre” que yo siempre había soñado estaba allí mismo, delante de mí.
Pero, lamentablemente no fue así, con el paso del tiempo apareció el vacío, la insatisfacción. No con el chico o la relación en sí misma (que eran como en mis sueños), sino que era más bien una sensación de inquietud, la sospecha de que tal vez esta idea del amor que había estado persiguiendo durante tanto tiempo no era suficiente para mí.
Fuera de mi cuento de hadas, finalmente me volví a la Escritura para averiguar la verdad sobre los planes de Dios para mi vida. Despechada, finalmente mis ojos se quitaron la venda, había descubierto algunas verdades importantes acerca de Dios y vivir para Él:
Fuimos creados por Dios y para Dios.
Y eso implica que nuestro propósito en la vida es glorificarlo a Él.
Parte de la razón por la que estaba tan atrapada en ese anhelo de amor, era porque el mundo nos lo grita a cada rato. Casi todas las canciones en la radio convencional son acerca de la búsqueda de sexo o de la búsqueda del amor, las campañas publicitarias representan parejas felices o familias, y la categoría de la boda en Pinterest muestra fotos de novias radiantes, todo nos indica que el amor es lo único que se necesita para ser un ser completo en esta vida. Es mentira.
La Biblia, por el contrario, nos muestra constantemente que Dios nos hizo a su imagen y nos dio una misión para glorificarlo. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, Dios ha llamado a la gente a seguirlo, todo con el propósito de mostrar su gloria, por medio de la entrega a su voluntad.
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
Si nuestro propósito en la vida es estar en relación con Dios y reflejar su gloria continuamente, una relación con Dios debe ser impresionante y vivificante, una relación que va más allá de esta tierra, hasta la eternidad.
Es por eso que siempre estamos en búsqueda del amor tan desesperadamente. Hemos sido creadas para amar, incluso en las temporadas que estamos solas. Hay vacíos en nuestras almas, porque en el fondo, deseamos tener una relación maravillosa con nuestro Salvador.
Fuimos diseñadas para estar en constante comunicación con Él (a través de la oración, de la aplicación de la Escritura, de la aceptación de su amor por nosotros y lo que vive con cada parte de nuestra existencia) Cuando estás en una relación próspera con Dios, el desamor se vuelve menos consumidor.
El plan de Dios siempre es el mejor plan.
Es fácil mantenerse en el camino del amor y deseo por los chicos. Créanme, este es un camino que he andado muchas veces, y es difícil creer que Dios tiene algo mejor para ti. Pero Dios ha cambiado mi corazón y me ha hecho obedecer su llamado inicial a la soltería. Estoy aprendiendo a no perderme estos años de soltería suspirando por un hombre. Incluso si Dios me revelara que quiere que sea soltera toda mi vida, no tendría problema.
La verdad es que no puedes saber cuándo el “Príncipe Azul” vendrá, o si va a venir en realidad, pero de lo que si puedes estar segura, es de que se te ha apartado un lugar especial en la eternidad con el Señor de toda la creación.
Tienes un trabajo impresionante, el de cumplir la misión de tu Creador. Ningún día es una pérdida de tiempo, porque Dios ordenó todos y cada uno de los días que viniste a caminar en esta tierra, razón por la que puedes glorificar a Dios dondequiera que te encuentres, estés sola o acompañada.
Así que amiga, si estás soltera y en busca de nuevas maneras de glorificar a Dios, aquí hay algunas sugerencias:
1. Perseguir tus pasiones.
¿Te encanta la fotografía, la música, la escritura, o cualquier otro? ¡Conviertete en la mejor en ello! La soltería es un buen momento para perseguir tus pasiones con un propósito Divino. Una vez que estés casada (y en especial después de tener hijos), el tiempo libre para dedicarse a lo que amas de verdad disminuye, porque el cuidado de tu familia se convierte en una parte importante de tu vida.
2. Probar cosas nuevas y crecer en tu vocación.
Por ejemplo, si tienes un corazón para el trabajo misionero en el extranjero, es mucho más fácil hacerlo cuando estás sola. O si estás llamada a servir más cerca de casa, puede ser voluntario para dirigir una clase bíblica en tu iglesia, ayudar en un refugio local, o iniciar un blog, estás llamadas a hacer algo por el Señor y no hay mejor momento que el presente.
3. Perseguir a Dios.
Estos años en solitario son preciosos y un romance en sí mismos, es un tiempo para que consigas conocer a tu Dios de manera íntima y lo que eres en Él. Iniciar un plan de lectura de la Biblia, asumir una nueva disciplina espiritual (como el ayuno), levantarte unos minutos antes para orar antes de comenzar el día… hay infinitas maneras de llegar a conocer al corazón de Jesús.
Puedo prometer que, como alguien que solía ser una esclava del desamor, que Jesús puede romper todas las cadenas y regalarte libertad. Y a medida que crezcas más cerca de él, las cosas viejas que te mantenían cautiva perderán dominio sobre tu corazón.
«Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.» -Juan 8:32
No hay nada malo sobre el anhelo del amor y soñar ese “vivieron felices para siempre”, pero es importante mantener esos sueños en perspectiva, más bien busca llenar primero ese vacío en tu corazón con el amor de Dios, y en Su tiempo, Él va a dejar que el hombre de tu vida aparezca.
Traducido con modificaciones del original en TIRZAHMAG.COM