Perseguir tus sueños es una tarea de todos los días. Una que genera mucha satisfacción, pero también demanda muchos sacrificios. En el proceso es importante rodearte de gente que te impulse, aprender a decir ‘no’ y también ‘sí’, pero sobre todo, mantener tu vista en Jesús y en el objetivo que persigues. Es todo un reto. Estas son algunas de las lecciones que he aprendido desde que inicié la aventura de emprender. Cada una de estas lecciones las aprendí, y sigo aprendiendo, al llevarme los primeros tropiezos.
- No eres lo que haces. Este punto es, quizás, uno de los más fáciles de olvidar cuando las cosas no van viento en popa. Sí, apenas vamos empezando y ya te asomo la idea de que no siempre todo saldrá como lo esperabas. Solemos caer en la tentación –y lo digo por experiencia propia– de definir nuestro éxito en la vida según el trabajo o las actividades que realizamos, o peor aún, nuestra identidad, lo que hace que cuando las cosas no estén fluyendo tan rápido como esperábamos, nos sintamos frustrados. Es importante recordar que no somos lo que hacemos. Ningún trabajo u oficio nos define. Este te ayudará a continuar y no dejar que los primeros obstáculos te hagan abortar la misión.
- Hazte porras. Sí, es genial cuando todos a tu alrededor te dicen lo bien que lo estás haciendo y te felicitan por los muchos logros que has obtenido, pero no siempre tendrás una barra de amigos con coreografía armada y pompones en mano para decirte que vayas tras tu sueños. En ese momento el autoestímulo es lo único que te mantendrá en pie. En Job 22:28 dice: “Determinarás asimismo una cosa, y te será firme, Y sobre tus caminos resplandecerá luz”. ¿Cuándo resplandecerá la luz en tus caminos? Cuando te mantengas firme en lo que empezaste; tu sueño se cristalizará cuando decidas mantenerlo vivo y no desistir hasta verlo terminado.
- Ten paciencia, mucha paciencia. Verán, como parte de un proceso muy personal que vivo, debo recordar cada tanto que aunque las cosas no sucedan como esperaba, debo mantener puesta mi confianza en Dios, así como en los dones y talentos que Él ha depositado en mí (el orden es siempre ese, nunca al revés). Esto, en otras palabras, es la paciencia, la capacidad de no perder la calma en momentos de angustia y turbulencia. Cuando decides emprender y construir tu sueño, debes abastecerte muy bien de ella. No se trata de una actitud pasiva en lo absoluto, debes trabajar diligentemente y esperar con fe que cosecharás los resultados de tu esfuerzo. Es sumamente importante esperar con fe, de lo contrario no será paciencia, solo resignación.
- Cúmplele al jefe. Una de las cualidades más atractivas que le venden a los emprendedores es la posibilidad de ser su propio jefe, pero es una vil mentira. Cuando inicias un proyecto, tienes al peor de todos los jefes, a ti misma –eso sin contar a los que terminan siendo tus clientes (jefes) si trabajas ofreciendo algún servicio–. Así que ser tu propia jefe es todo un reto, pues tienes que exigirte cada día sin caer en el extremo de ser muy permisiva contigo misma o de ser extremadamente demandante.
- Chequea el GPS. Otra cosa que debemos hacer cada cierto tiempo es evaluar en dónde estamos y chequear si seguimos en la ruta que nos guiará a concretar nuestro proyecto. Cuando emprendemos por nuestra cuenta y ahora que somos las únicas responsables de cómo administramos nuestro tiempo y recursos, es común caer en la tentación de tomar otras rutas, aceptar actividades extras y terminar dispersándonos. Por eso es vital revisar nuestras coordenadas y, si es necesario, replantearnos el camino para recobrar el objetivo inicial.
Espero les hayan ayudado los tips, ¿qué me aconsejan ustedes en esta nueva aventura?