«Estamos en una interesante batalla, nos demos cuenta o no, en este mundo hay una batalla entre la vida y la muerte, en cuanto al aborto ¿de qué lado estás tú?» Gianna Jessen
Hace algunas semanas
Durante una caminata con mi esposo por el centro de la ciudad, nos encontramos con lo que desde lejos parecía una marcha en la calle. Parecía algo festivo y alegre, había alrededor de una docena de mujeres vestidas con trajes folclóricos de colores alegres; me emocioné pues me gustan los actos culturales, pero cuando me acerqué y observé lo que decían las pancartas de los manifestantes, me causó una profunda tristeza.
«No somos un útero para el Estado. Sí al aborto legal, gratuito y seguro», es uno de los que más recuerdo ahora.
Habían muchas jóvenes que, orgullosas, levantaban pancartas y pegaban afiches en cuanta pared encontraban. Todas eufóricas protestaban por la aprobación de una ley que les permitiera abortar de manera legal, y mientras yo las miraba, no podía evitar sentir molestia por semejante aberración. «¿Qué habría pasado si sus madres hubiesen tomado la decisión de abortarlas a ellas?», le comenté a mi esposo. «Tengo que hablar de esto en el blog», le dije.
Ahora, con la mente más fría es que puedo disponerme a escribir. Es un tema bastante delicado, lo sé. Sin embargo, no puedo dejar de hablar de ello y diré lo que opino:
En la universidad aprendí que una pequeña bacteria conformada apenas por una célula, la cual solo podemos ver a través de un buen microscopio, es considerada un ser vivo. Incluso estos pequeños seres son indispensables para mantener el equilibrio del ecosistema terrestre, ¡aún el de nuestros intestinos!
Ahora bien
Si estos microscópicos seres son considerados seres vivientes, que alguien me explique cómo es posible que un ser humano dentro del vientre de una mujer no sea un ser vivo aún. ¿Simplemente porque no se ha formado por completo? ¡Patrañas! No es un feto, es un niño. ¿O acaso las mujeres, cuando van al ginecólogo, le dicen al médico: «Doctor, quiero saber cómo está mi feto»? ¡No! ¡Dicen «quiero saber cómo está mi hijo»! Desde el mismo instante en que el espermatozoide fecunda el óvulo se forma la primera célula, que a su vez, comienza a multiplicarse para formar el corazón. Sí, el corazoncito de ese pequeñín es lo primero en sentirse, ¿acaso no es un ser vivo aquel cuyo corazón late igual que el tuyo?
El aborto no termina con un embarazo no deseado, termina con la vida de un ser humano, de un niño.
Que si es producto de una violación, que si el embrión viene enfermo, que si pone en riesgo la salud de la madre, éstas y otras más son las razones que alegan en muchos lugares para legalizar el aborto. ¿Y qué culpa tiene el pequeño de todo esto? ¿A quién le gustaría ser ejecutado por un crimen que no cometió? Creo que el aborto es una violación a los derechos humanos y una aberración en contra de las leyes de Dios, pues no estamos en la potestad de decidir cuándo terminar con la vida de uno de ellos simplemente por conveniencia.
Mujer, dile NO al aborto, porque la verdad es que tú hoy estás aquí, leyendo esto, gracias a que tu madre eligió no abortarte.
Para cerrar este breve artículo, quisiera dejarte el testimonio de Gianna Jessen, una mujer que fue abortada y sobrevivió:
«Si el aborto trata nada más de los derechos de las mujeres, entonces, ¿cuáles fueron los míos?» Gianna Jessen
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