Soy un aficionado del cine de ciencia ficción y efectos especiales, no sé si fue desde que vi la primera vez Terminator, pero quedé enganchado con este tipo de películas. Por supuesto no pude dejar de ver Terremoto: La Falla de San Andrés.
Anoche, como un adolescente emocionado que le encanta el cine, fui con mi familia a ver “Terremoto: La Falla de San Andrés” con Dwayne Johnson, mejor conocido como “La Roca”. La película está muy bien lograda, con una muestra muy real de los efectos de una serie de terremotos en California, la destrucción constante de las ciudades te mantienen mentalmente activo en todo el film. Edificios cayendo unos encima de otros, ciudades que se mueven como si fueran una maqueta, tsunamis que lo destruyen todo a su paso, todo enmarcado en una historia de fractura familiar de los protagonistas.
Sé que parece que estuviese haciendo promoción a esta película, pero realmente busco una excusa para hablar de cómo las tragedias, los problemas que se nos escapan de las manos, nos abren la posibilidad de depender de nuestra fe en Dios como nuestra tabla de salvación en medio de un mundo que se cae a pedazos.
Al terminar la función me quedé un rato pensando en esas imágenes de destrucción y en cómo los seres humanos batallaban por mantenerse con vida y a salvo, pero la naturaleza dejaba poco espacio para esto. Así que pensé en este pasaje:
Aun si voy por valles tenebrosos,
no temo peligro alguno
porque tú estás a mi lado;
tu vara de pastor me reconforta.
Salmos 23:4
En un momento en el que las cosas se escapan de nuestras manos y que por más que tratemos de controlar, parece que todo lo que hacemos es insuficiente; es entonces cuando solo nos queda alzar la mirada a los cielos y esperar por la ayuda de Dios. Creo que nunca Dios se convertirá en alguien tan importante en nuestra vida, sino cuando Él se convierta en lo único que tenemos. De esta experiencia con la película saqué 2 conclusiones:
1. Cuando has pasado por tantas batallas aprendes a cómo tener una actitud correcta en medio de la sacudida:
En la película, el protagonista se encuentra muy confiado en medio de todos los desafíos que tuvo que enfrentar, esto se debe que no era un novato en batallas, sino alguien que había tenido que enfrentar situaciones difíciles desde hace mucho tiempo. Cuando nuestra vida tiene cicatrices de eventos anteriores donde hemos visto la mano de Dios sacarnos de situaciones difíciles, eso nos prepara para próximos obstáculos, porque ya hemos conocido a un Dios que no nos dejará solos y nos sacará nuevamente a flote de toda situación. David, antes de enfrentar a Goliat, tenía un historial de haber vencido leones y osos con la ayuda de Dios para defender sus ovejas. Tu historial de batallas, viendo la mano de Dios una y otra vez trabajar a tu favor, te dará la confianza en cualquier otro momento.
2. Dios calmará algunas de nuestras tormentas pero otras las dejará para calmarnos a nosotros:
Muchas veces la única manera en que buscamos a Dios es en momentos de adversidad, y aunque es duro decirlo, si esa es la única forma en la que Dios nos tiene cerca, entonces estos eventos seguirán ocurriendo para acercarnos a Él. Debemos aprender a buscar a Dios en todo momento y que las adversidades formen el carácter de Cristo en nuestra vida, no dejar que nos conviertan en personas amargadas y heridas. No podemos evitar el atravesar por momentos difíciles, pero sí podemos elegir cómo lo vamos a cruzar y con quién.
David nos dice, a través de este fragmento de La Biblia, que aunque atraviese por lugares o momentos tenebrosos, donde parece que todo se está muriendo, donde mi matrimonio se está destruyendo, donde las cuentas por pagar parecen imposibles; no temeré porque sé quien me acompañará en la travesía, mi fiel pastor será mi guía, Él me dará fuerzas otra vez.
A las montañas levanto mis ojos;
¿de dónde ha de venir mi ayuda?
Mi ayuda proviene del Señor,
creador del cielo y de la tierra.
Salmos 121:1-2
Artículo original de nuestro amigo y pastor elblogdeivanpirela ♥