Silencio, el secreto de los sabios

Hace poco escuché a un psicólogo decir que la imprudencia no se controla, se comprende” refiriéndose a esta como una característica de algunos seres humanos que puede disminuir su efecto negativo encontrando sistemas que nos ayuden a trabajarla. ¿Por qué te cuento esto? porque en una competencia de imprudentes, yo soy la medalla de oro.

Una psiquiatra me dijo que la luz de la imprudencia es la espontaneidad y eso me pareció hermoso, pero ¿Cómo ser más espontánea y menos imprudente? y la respuesta es el silencio, pero no sólo para una eso sí, se asume para ambas conductas… ¿Y cómo lo descubrí? siendo muchas veces imprudente y por ende, impulsiva.

Si como yo tiendes a ser muy emocional e iracunda, ven y te cuento sobre cómo podemos dejar de ser imprudentes eligiendo el silencio y tratando de crecer en sabiduría.

¡Que difícil es quedarse callado!

Y que lo diga Pedro en Mateo 16:22 cuando Jesús habla de su muerte:

“Entonces Pedro se lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo:

—Señor, Dios tenga compasión de ti. ¡Que nunca te suceda eso!

Jesús se volvió y le dijo a Pedro:

—¡Largo de aquí, Satanás! ¡Me estás estorbando! A ti no te preocupan las cosas de Dios, sino las de la gente.”

¿Te imaginas lo mal que se sintió Pedro después de que Jesús le dijera Satanás? ¡Qué vergüenza! y eso que no fue tan grave, ¡Yo he dicho cosas peores! y en medio de una rabia es mucho peor. Y claro que Jesús no lo hizo para ofender a Pedro sino para cortar de seco los planes que espiritualmente Satanás podría tener usando a Pedro (Este es otro tema que podríamos profundizar luego).

Pero, volviendo con el tema guardar silencio creo que es una de las cosas más difíciles que nos puede tocar trabajar; no decir ni una palabra en ocasiones para mi es casi imposible, pero lo he podido fortalecer con el tiempo, de eso estoy segura. Sigo con ganas de decir todo lo que se me ocurra, pero ya el pensamiento de parar llega mucho más rápido que la palabra a mi boca.

A medida que pasa el tiempo se va avanzando un poco más y vamos descubriendo lo mucho que ganamos cuando decidimos callar, evitamos peleas innecesarias y nos damos la oportunidad de analizar; decidir guardar silencio ante situaciones intensas nos motiva a trabajar la impulsividad y a evitar heridas en otros y en uno mismo.

«La respuesta apacible desvía el enojo, pero las palabras ásperas encienden los ánimos». Proverbios 15:1

«Esa llama dolorosa… y fugaz de no decir lo innecesario»

Eso que sentimos en el corazón cuando luego de una discusión quedamos exaltados, por algunos minutos, a veces horas, a veces años, se convierte en culpa, culpa porque sabemos que pudimos evitar la pelea, porque no queríamos que eso pasara, porque no queremos reflejar lo peor de nosotros. Culpa que disfrazamos de rencor, ira, dolor y  orgullo, pero si de verdad nos analizamos sabremos que nos equivocamos y a veces es eso lo que no nos deja perdonar, el orgullo de no aceptar la culpa que nos corresponde.

No hablar cuando no es necesario o cuando no ayuda en nada, me ha enseñado a superar situaciones y hasta soltarlas de raíz, a sanar heridas y hasta a sustituir pensamientos. Dejar que todo nuestro armamento salga sin filtro por nuestra boca mancha hasta la percepción que tenemos de nosotros mismos, de haber sabido esto antes, quizás otras cosas hubiese vivido, igual valió la pena vivirlo, ojo, no hablo de malas palabras, a veces podemos herir profundamente sin una sola grosería y yo «tengo ese don o ese defecto».

«¡Ya no sigas enojado! ¡Deja a un lado tu ira! No pierdas los estribos, que eso únicamente causa daño». Salmos 37:8

A decir verdad guardar silencio trae mucho más beneficios de los que nos imaginamos, tanto personales, emocionales, relacionales y hasta mentales.

Beneficios de elegir el silencio en momentos cruciales

Aprender a guardar silencio, nos aporta felicidad, el truco es buscar e imitar a Jesús y hablar solamente cuando sea necesario en medio de una situación difícil, pero eso sí, nuestras palabras deben ser suaves como dice en proverbios.

Pero si la mejor opción es elegir no decir nada entonces Dios será quien haga justicia y si el error es de nosotros, callar en el momento justo hablará de nuestra humildad y mostrará las verdaderas intenciones de nuestro corazón. Dios puede llenarnos de su paz, y luego nos dará el momento de hablar.

Querer siempre discutir y decir todo lo que se nos ocurra habla de nuestra falta de respeto hacia la otra persona y hacia nosotros mismos, incluso refleja la falta de conexión con otros y que Dios nos pide que tengamos:

«Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo». Efesios 5:21

Otro beneficio del silencio es que a veces (no todo el tiempo) nos permite discernir la postura del otro. Si imaginamos a las otras u otra persona también en silencio con sus pensamientos podremos tener una mejor percepción e incluso nos pudiera ayudar a entender su posición. Es más, si esto lo analizamos a profundidad, el silencio puede hasta unirnos, ¡Pero qué difícil es! ¿No?

¿Cómo aprender a guardar silencio?

  • En esos momentos de tensión, donde tengo las 25 mil palabras del día a punto de salir como metralleta, intento sonreír así sea obligado y respirar profundamente hasta el abdomen y exhalar el aire.
  • He aprendido con mucha practica a decir en mi mente en ese microsegundo antes pronunciar una palabra indebida “Señor por favor ayúdame” creeme, esa breve oración es poderosa, pareciera imposible pensar en eso tan rápido y te cuento que a veces no lo logro, pero ahora sucede con más frecuencia que antes.
  • Escribir las 25 mil palabras también funciona, tengo un cuaderno terapéutico con mi psicólogo donde escribo lo más intenso que siento hasta llegar a su raíz con preguntas como ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Por qué? y ¿Para qué? encontrando a veces respuestas que hasta a mi misma me sorprenden.
  • Meternos en nuestra habitación o al baño y llorar si es necesario también funciona, todo con tal de no decir lo que después me arrepentiré de haber dicho.

Actuar impulsivamente es reflejo de una persona poco objetiva, siendo impulsivos dejamos de ser buenas personas, no es reflejo de Jesús, no es lo que realmente somos, desde mi interior elijo quitarme la etiqueta y comenzar a cambiar por mi propia sanidad.

No es dejar de ser nosotros, ni permitir humillaciones, es cuidar cómo nos sentiremos después; hablar de último no siempre es de ganadores.

Escrito por Maryelisa

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Marielysa Castellano
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Adiós Caos 👋🏼 Soy Marielysa y ayudo a las personas a trabajar su bienestar desde la planificación y organización consciente ig: @planesdebienestar

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