Hace menos de un año decidí llevar mi cabello al natural, antes lo mantenía, alisado, secado y planchado. Quiero contarte un poco sobre mi cambio de look, sobre esta experiencia, mi experiencia con este afro. Con este look con el que realmente me siento feliz. Somos él y yo frente al mundo, es mi cabello natural.
Desde hace un par de semanas vengo pensando en lo imposible que habría sido años atrás llevar este estilo, ¿yo?, ¿salir a la calle luciendo un afro? ¡Jamás! Antes de empezar con un proceso muy personal para recuperar mi autoestima, nunca habría sido capaz de usar un afro, habría sido un mal chiste el sólo hecho de plantearme el estilo, no habría pensado que disfrutaría tanto el hecho de lucir uno. Te digo todo esto porque la seguridad con nostras mismas tiene mucho que ver el cuidado personal, no estoy diciendo que de ahora en adelante todas deban llevar su cabello al natural, sólo hablo desde mi experiencia.
Contando mis experiencias
Hace muchos años, antes de mi proceso, una de mis hermanas, cuando le llegaba con mis crisis de llanto e indignación por cosas que me decían y me herían demasiado, me dijo lo siguiente: “Es que si a ti te dicen durofrío corres y te metes a la nevera”, una frase de la cual aún nos reímos.
Recuerdo que al ver mi cara de “no entiendo”, ella agregó: “Es que te crees todo lo que te dicen”, y cuán cierto era, la verdad es que andar por la vida creyendo todo lo negativo que te dicen sobre ti es terrible, te roba impulso, te hace pesar más y te quita el vuelo. En mi adolescencia sufrí anorexia, un trastorno alimenticio. Mi autoestima no andaba nada bien, el concepto de mí misma era terrible, la distorsión de mi imagen corporal fue total, habían tantos rasgos en mí, tantas cosas de mí que no me gustaban, hacía todo por cambiarlas u ocultarlas. Me parecía que mi estructura ósea no cuadraba conmigo. Entonces decidí empezar un proceso psicológico, tenía que recuperar mi identidad, mi autoestima, y fue cuando entendí quien soy, tuve que redescubrirme, empezar a identificar esos rasgos faciales de mí que de niña me gustaban, empecé a ver mi cuerpo de forma diferente, sin desear otro, cuidando de él para conservarlo y embellecerlo, me empecé plantear objetivos reales, a luchar por ellos y fue ahí que todo cambió.
La identidad que adquieres luego de un proceso para restaurar tu autoestima, te da la capacidad de amarte, de valorarte, de aceptarte, de hacerte sentir integrada al mundo. Tuve que dejar a un lado esas circunstancias adversas que habían hecho de mí una víctima, una minusválida emocional. Por eso me parece tan genial llevar un afro hoy en día, enfrentar con este estilo la realidad de la sociedad, esa sociedad que jamás está conforme, ni de acuerdo con lo que ve, esa que te ve con un afro y te mira con esos ojos que gritan: “Oye, anda a peinarte” (jajajajaja). Me han pasado cosas muy graciosas con este afro. Creo que podría hacer un estudio sobre las diferentes expresiones faciales de aceptación o de rechazo de las personas al verme (jajajaja), es gracioso y a la vez satisfactorio sentir que las críticas por mi apariencia física no me afectan, gracioso porque en esas oportunidades cuando la mirada es de rechazo sólo me río, sonrío y siento pena por quienes no pueden disfrutar de la diversidad, sonrío porque pienso que hace años me habría largado a llorar o habría corrido al primer salón de belleza a alisarme el cabello.
Esta soy yo y mi afro.
Te cuento todo esto porque hay tips interminables para el cuidado del cabello, cada experto agrega un toque personal, pero mientras tú no le des tu toque personal, ese que te hace entender en verdad quién eres, mientras tú no estés segura de tu identidad en Dios, entonces no valen tips de belleza, no vale que recibas toda esa información importante sobre el cuidado como mujeres; el qué usar, cuándo usarlo, cómo maquillarte, cómo cuidar de tu cuerpo. Nada de eso tiene sentido si no te aceptas tal como eres, ese es el toque personal.
¿Qué quiero yo? Invitarte, invitarte a disfrutar de ti misma, de tu imagen, de tu belleza única, de la dimensión de tu cuerpo, buscando siempre cuidarte, porque si empiezas a verte como Dios te ve, empezarás a respetarte, a amarte, a mostrarle a los demás cuan satisfecha estás contigo, y entonces los demás van a empezar a respetarte más, a amarte más y hasta a admirarte por la seguridad que demuestras. Eso, eso es lo que quiero que guardes y anotes, porque tips de belleza para el cuidado del cabello hay en muchas partes.